domingo, 13 de marzo de 2011

Velocidad inconsciente.

El sonido moría al girar a la izquierda. Era lo único que entendía con claridad y por eso siguió corriendo, calle abajo. Los pensamientos se agolpaban cada vez con más rapidez y los rostros se desdibujaban como en otro tiempo. Cuando luchaba contra los demonios sin miedo a morir. No había tiempo de explicarlo. Cada vez que el cielo era testigo de aquella huida su poeta interior la obligaba a vomitar un soliloquio en silencio y a empezar otra vez. Luego despertaba empapada en sudor, como si las pesadillas sólo fueran una ilusión y llevara una doble vida nocturna sin ser realmente consciente.

lunes, 7 de marzo de 2011

Segundos ordenados se perdieron en el tiempo.


Era la última noche que viajaba a través de aquel túnel del tiempo. Poco a poco, esa maraña de dolor persistente había ido abandonando su cuerpo. Los nudos que antaño ligaban los días sin principio ni final se habían soltado por el cansancio de unos ojos perdidos. Saber hacia dónde mirar. Lo aprendió en cada golpe, en cada puñalada que le asestó su sombra. Nunca había pretendido llegar a un punto en que el torbellino se hiciera irrevocable, pero era inevitable.