
Cómo pesaban las aceras. Cómo pesaba el cielo que amenazaba con raptarla y envolverla en nubes de ansiedad. Cómo podía el mundo estrecharse de esa manera.
Sabía que si aquello era real, se convertiría en su fin, así que conjuró una dimensión en que las calles la condujeran a la salida de aquella prisión onírica.
¿Cuántas opciones hay de que alguien te oiga si gritas?
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