Alicia pasa atemporal por las calles. No sabe qué ha ocurrido, pero no le disgusta. De repente puede leer las mentes de todo aquel que se cruza en su camino. Es una escena cómica. Ningún pensamiento corresponde a los ceños fruncidos .
Lleva en el bolsillo la página arrugada que arrancó del libro que leía esta mañana. Está realmente enfadada con ese libro, ¿cómo se atrevía a contradecirla? Los gatos pueden hablar y las flores resucitan. Los leones también se besan, las luces de las farolas son señales del cielo, las nubes forman curiosas siluetas con las que jugar a las adivinanzas. El universo sonríe porque ella así lo quiere. ¿Cómo se atreven aquellas páginas a limitar las posibilidades de un mundo magnífico?
Siempre ha preferido escribir sus historias. Dibujar sus sueños.
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