miércoles, 26 de enero de 2011

En las fronteras de una piel húmeda.

Allí, a mil kilómetros de distancia, en el motel más viejo del mundo donde una bombilla parpadeaba con desgana. Allí, bajo una lluvia espesa y la tormenta gritando con su voz ronca. Allí donde el mundo no llegaba pero ellos aparecían. Huyendo de la muchedumbre, huyendo de la nada, huyendo del ruido y del silencio. Allí donde un sofá destartalado fingía ser un sitio donde descansar. Allí donde cada veinte años, se oía un coche pasar por la autopista que el cielo tejía. Allí, donde la noche era más oscura que la propia oscuridad y el calor abrasaba. Allí, donde las verdades no importaban porque al estar tan lejos del mundo, vivían otra vida que nadie llegaría a conocer. Allí donde nada existía salvo dos cuerpos en la carencia latente de más piel que huesos.

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