Siguió a los pájaros consciente de que un futuro incierto se aproximaba. Al fin y al cabo, ¿no poseían un sexto sentido que les indicaba a dónde huir? Entonces se convirtió en pájaro. Vivió como pájaro. Voló como pájaro. En un horizonte de lienzos tardíos.
-Te concedo tres deseos- dijo el genio.
-Y supongo que esto tiene trampa.
-¿Por qué habría de ser así?- contestó el genio con una sonrisa pícara.
-Porque nadie da duros por pesetas. A lo mejor en esa lámpara las cosas son distintas, pero el mundo está cambiando.
-Pues pide algo que lo arregle.
-Está bien. Deseo un mundo pacífico, lleno de altruísmo y buenos sentimientos.
Y allí estaban los dos. Genio y mujer. Solos. El mundo entero había desaparecido ante la perspectiva de un deseo imposible.
-Lo siento, era la única manera de darte lo que querías.
-Me lo temía... Deseo que todo vuelva a la normalidad.
-Hecho- Y el murmullo apareció de nuevo.
-Y ahora deseo que dejes de ser un genio y vivas como humano. Para que entiendas como funciona el mundo real.
Entonces el genio se volvió hombre, y, desconcertado, preguntó a la mujer por dónde tenía que empezar.
-Busca un trabajo.
Eran tan diferentes que jamás pudieron verse. Una vivía de noche, con un dolor de cuerpo exasperante. El otro vivía de día, con una sonrisa radiante. Entonces comprendieron que no ser como el resto es lo que los mantenía en constante unión distante. Y provocaron un eclipse.
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