

-Y supongo que esto tiene trampa.
-¿Por qué habría de ser así?- contestó el genio con una sonrisa pícara.
-Porque nadie da duros por pesetas. A lo mejor en esa lámpara las cosas son distintas, pero el mundo está cambiando.
-Pues pide algo que lo arregle.
-Está bien. Deseo un mundo pacífico, lleno de altruísmo y buenos sentimientos.
Y allí estaban los dos. Genio y mujer. Solos. El mundo entero había desaparecido ante la perspectiva de un deseo imposible.
-Lo siento, era la única manera de darte lo que querías.
-Me lo temía... Deseo que todo vuelva a la normalidad.
-Hecho- Y el murmullo apareció de nuevo.
-Y ahora deseo que dejes de ser un genio y vivas como humano. Para que entiendas como funciona el mundo real.
Entonces el genio se volvió hombre, y, desconcertado, preguntó a la mujer por dónde tenía que empezar.
-Busca un trabajo.

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