Hizo un fuerte en el bosque para guardar caricias. Construía nubes con las palabras y escuchaba los silencios. Porque los silencios suenan de un modo diferente, pero suenan. Se le enredaron un montón de besos en su cuello y de dedos en su pelo. Boca a boca. Cuerpo a cuerpo. Bordaba en la hierba las señañes de afecto para que al pasar las siguiera. Como migas de pan.
Quien conoce la etimología del alma sabrá que no necesitó demasiado tiempo para correr hacia el valle de las sonrisas. El lago de las ilusiones donde de niña nadaba era ahora una superficie de hielo deslizante. Donde patinar. Donde arriesgarse a caer pero con la ilusión de cumplir cada deseo.
Porque el alma, el alma, el alma tiene su etimología. El alma tiene su compuesto aunque no sea visible a ojos de juicio rápido. El alma tiene su tejido, su sintaxis, su forma. El alma es real como esos besos enredados en su cuello.
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