
Aquella noche vino a anunciarle una incoherente fantasía. A revelarle un destino fascinante y aterrador. No importaba. Era excitante y casi podía tocarlo. Era real y quemaba dentro como el alcohol, de forma grata.
Cada torbellino que sentía se adentraba en sus habilidosas alas. Cada paso que daba la acercaba al sueño y cuando aquel personaje lograba hablar, despertaba con la respuesta en sus dedos. Aún dormidos. Sin liberarse del todo de aquellos hilos dorados con los que tejía cada experiencia nocturna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario